CUENTOS DE CIENCIA FICCIÓN

65 ¿por qué sigues haciendo esto?", cuestionó el chico, "te ves tan enfermizo, como si pudieras caer muerto en cualquier momento". Una sonrisa sombría se dibujó en el rostro de Juan, que tardó un rato en organizar sus pensamientos. "Niño, ser artista es mi sueño. Quiero expresar cosas que los seres humanos nunca podrían expresar sólo con palabras. Quiero hacer algo poderoso que pueda dejar atrás, incluso cuando el mundo olvide mi nombre. Quiero hacer algo que importe". El chico se quedó callado un rato. "Pero, sólo estás usando pintura y lienzo. Hay muchas máquinas que ya lo hacen. ¿Cómo puedes decir que has hecho algo importante si hay millones de cuadros como el tuyo?". "No tiene por qué importarle al mundo entero", respondió Juan, "mientras le importe a una sola persona, me daré por satisfecho". Un minuto de silencio se apoderó de los dos, mientras el chico permanecía sentado, pensando durante un rato. "Entonces, compraré uno de tus cuadros señor", dijo el chico. "Me gusta ese con la luna". Cogió el billete de un dólar y extendió la mano, Juan lo cogió despacio. El chico cogió el cuadro y se marchó diciendo: "¡Gracias, señor!". Juan se quedó en silencio, mirando el dinero que acababa de ganar. "Mi primer cuadro vendido en cuarenta y dos años", pensó para sí mismo. Con una sonrisa de satisfacción,

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