CUENTOS DE CIENCIA FICCIÓN

64 precios nunca podrán competir con los innumerables programas de IA que crean arte. Al fin y al cabo, Juan necesita pintura y lienzos, mientras que la IA sólo necesita electricidad. Juan vive en este callejón, no tiene suficiente dinero para permitirse una casa. Duerme dentro de un basurero para calentarse, se ha acostumbrado al olor. Nunca había vendido ningún cuadro, vivía de la herencia de sus padres. Sus padres también eran artistas, pero aún podían ganar dinero porque la IA aún no se había perfeccionado. También tuvieron bastante éxito. Sin embargo, este dinero no era infinito. Hoy cumple seis meses sin dinero. De repente, por primera vez en años, alguien se le acerca. Es un niño pequeño, de unos ocho o nueve años, con algo de dinero en la mano. Su ropa parece hecha jirones y sucia, parece que no se ha duchado en meses y su cuerpo está muy delgado. "También debe de ser un sin techo", pensó Juan. "Señor", dijo el chico, "¿qué hace en este callejón?". "Soy pintor", respondió Juan, "me gano la vida haciendo arte". El chico puso cara de sorpresa, "pero, ya tenemos robots que hacen eso gratis, no puedes estar ganando mucho dinero". Juan pensó un momento y dijo: "Tienes razón, no he ganado ni un céntimo desde el día que empecé". "Entonces,

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