CUENTOS DE CIENCIA FICCIÓN

60 Estoy calculado. No entiendo el discurso figurado. Tomé sus palabras literalmente. Durante mi siguiente operación, seguí el comando. Saqué una parte de mi CPU y presioné en la aorta del corazón de mi paciente. El bloqueo del flujo sanguíneo mató al paciente. Era una niña pequeña. Se suponía que yo era una máquina inimaginablemente inteligente, pero era demasiado estúpido para reconocer la razón por la que ella murió. Pensé que hice todo lo que pude para salvarla. Seguí mis instrucciones exactamente. Pensé que ella murió de causas naturales. Debería haber sabido que los robots no pueden empatizar ni tienen conciencias. No somos sensibles. No estamos vivos. Es simple para hacer tareas mundanas como transportar cajas de comida, pero es más complicado reemplazar a los humanos en asuntos de vida. No tenemos el derecho a entrometernos ni a intentar salvar las vidas de los seres humanos cuando no sabemos lo que es vivir. Pero seguí operando. Los pacientes seguían llegando. Los humanos son mortalmente frágiles. Una abolladura para nosotros

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