CUENTOS DE CIENCIA FICCIÓN

30 son entornos perfectos y calculados, pero de vez en cuando es difícil a decir si están criando humanos o máquinas. En uno de estos campamentos vivió un niño que se llamaba Alston. Él vivió en un EDH desde que pudo recordar. Sin embargo, siempre había algo diferente entre Alston y los otros niños. Alston nunca comprendió como los otros niños podían estar felices con la misma rutina aburrida todos los días. Por alguna razón, a sus compañeros no parecía importarles que ellos comían el mismo estofado de nutrientes todos los días, o que ellos jugaban el mismo juego designado a proporcionar la cantidad de ejercicio perfecto, aunque no era divertido. Los otros niños eran mejores para memorizar y calcular que él, pero Alston todavía pensaba que eran muy lerdos. Nunca hablaban entre ellos, pero tampoco había nada de qué hablar de todos modos. Un día, Alston descubrió algo cuando todos los otros niños estaban haciendo actividad física. Él escapó del juego y comenzó a explorar el edificio. De repente, él sintió algo en su brazo. Estaba cálido y tentador. Alston descubrió un agujero en el muro. No sabía de qué era, solo que era maravilloso. Sin vacilación, Alston miró por el agujero y vio el mundo exterior por primera

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